Terminado el primer discurso de la presidenta Bachelet, en este su
segundo mandato, quienes hemos estado en
la lucha por la recuperación y defensa del agua tenemos una sensación ambigua.
Por un lado nos parece que la construcción colectiva de una propuesta y un
discurso coherente por parte de las comunidades afectadas por conflictos de
agua, sumado a la presión que hemos desarrollado a lo largo de todo el
territorio, en el parlamento, los medios y otros espacios, ha posicionado la
problemática del agua en la opinión pública y ha obligado a las autoridades a
pronunciarse frente al tema. Pero por otro lado nos surgen dudas sobre que es
lo que realmente se ha escuchado de las demandas de las comunidades y cómo esto
se ha traducido en los anuncios y propuestas que ha hecho la Presidenta.
En este sentido, creemos que los anuncios sobre un proyecto de ley
para la protección de los glaciares, y
el reconocimiento del agua como un bien nacional de uso público van por el
camino correcto, los saludamos y esperamos una
profundización inmediata sobre
ellos. Sin embargo, y para ser rigurosos, nos parece contradictorio que junto a estos
anuncios que valoramos, se anuncie también una mayor promoción y
fortalecimiento de la minería y la industria forestal, en particular la
vigencia y extensión del decreto 701, decreto que incentiva el monocultivo
forestal, actividad que agota las napas freáticas y erosiona los suelos;
minería e industria forestal, son actividades absolutamente extractivas en
materia de aguas, y por ende, principales
causantes de conflictos de contaminación, escasez y acceso al agua de bebida,
para servicios higiénicos, y para producir alimentos por parte de la población.
Una segunda mirada más global del discurso, nos lleva a pararnos
con distancia y cautela frente a los
otros puntos referidos al tema. Por ejemplo nos cuestiona cuál será la
consideración de la opinión de las comunidades y organizaciones en las
propuestas que presentará el delegado presidencial en junio próximo. ¿Seremos
invitados a algún espacio de reflexión o sólo algunas ONGs de carácter más
técnico serán convocadas para representar a la sociedad civil?, desde ya nos
parece preocupante que sólo se mencionen “sustanciales modificaciones al código
de aguas”, en circunstancias que la vigencia de los instrumentos privatizadores
del agua, código de aguas formulado el año 1981, y el tratado binacional
minero, suscrito por Frei Ruiz Tagle y Eduardo Menem a fines del año 1997,
tuvieron como impronta transformar a las aguas en objeto de lucro, usura y
exclusión, del mismo modo, no es posible consagrar a las aguas como un bien nacional
de uso público con la actual institucionalidad hídrica, institucionalidad
responsable de haber sobre entregado las cuencas hidrográficas, responsable de
no ejercer sus funciones fiscalizadoras, en especial en aquellos territorios
donde conspicuos políticos y empresarios
roban agua para lucrar. ¿Es posible que robar agua sea una falta administrativa
penalizada pecuniariamente, cuando la privación de agua por razones económicas
y sociales compromete la vida?
Lo hemos señalado en innumerables ocasiones, el agua no puede ser
vista como un recurso, concepto usado habitualmente por las autoridades y las
empresas, sino como un Bien Común,
como un derecho humano fundamental, como un elemento vital, y por tanto no
puede estar al servicio de una mirada de desarrollo basada en la explotación de
la naturaleza que no considera los sentidos y significados culturales de este
elemento, ni a los pueblos, el
medioambiente y las formas de vidas de las comunidades. El anuncio
presidencial, a nuestro juicio, se
enmarca en una concepción de mundo donde
todo, incluso el ser humano y los elementos básicos para su supervivencia,
están al servicio del mercado, y quienes se oponen a esta visión son
criminalizados, censurados, declarados peligrosos para la sociedad, situación
que muchos de nuestros compañeros y compañeras viven a diario.
Esperamos que lo anunciado hoy, y las medidas que les sucederán,
estén en consonancia con una real valoración del agua, con una real participación de los afectados y de la mano
de un compromiso gubernamental con una gestión del agua participativa y
comunitaria.
Cesar Correa; Coalición Ecuménica; por el cuidado de la creación
Rodrigo Mundaca; Secretario General; MODATIMA
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