Me pregunto cuándo será el día en que las cosas se hagan distintas. ¿Cuándo aprenderemos de los errores? Con una baja participación y poca claridad de las compensaciones, este proyecto en la Provincia de Ñuble avanza aceleradamente antes que expiren los plazos y deba re ingresar al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA).
Se genera, entonces, la errada sensación que hay que negociar pronto para no “perderlas todas”. Y comienza el listado con caminos, agua potable y otras obras para actividades económicas, válidas por cierto, pero sólo para las personas. ¿Quién pide a nombre de la naturaleza? A CONAF le entregarían una reserva aledaña sólo con un limitado financiamiento por 10 años. Pero esta escala de tiempo ¿quién la determina? Si tan sólo un joven árbol nativo, un simple renoval tiene más de 50 años dado su lento crecimiento cordillerano. Entonces, los tiempos a escala humana son muy distintos a los ritmos de la naturaleza.
Surge nuevamente la duda respecto a la forma correcta de compensar a la naturaleza frente a un daño irreversible. Está la oportunidad de que este proyecto sea un buen ejemplo o se transforme en otro desastre natural eternamente despreciado.
Todos podemos entender que en estos tiempos la demanda de energía es creciente, pero no tanto para las personas, sino principalmente para la gran industria que mueve la economía nacional. Basta de hacernos creer que toda la energía es para las ciudades, cuando hay que tener presente que el aporte será a un sistema interconectado que llega a cientos y miles de kilómetros.
En un universo paralelo, olvidado, con poca importancia y sin urgencia, está el Patrimonio Natural y Cultural que, por lo demás, son los únicos aspectos que podrían salvaguardar la identidad local y recordarnos el valor de las especies que serán sacrificadas. Debemos ponderar apropiadamente estos aspectos que nos podrían acercar a una justa compensación hacia la naturaleza por todo lo que será inundado y alterado.
A muchos se les olvida que este proyecto no está en cualquier lugar, sino que al interior de una “Reserva de la Biósfera”, donde su patrimonio natural está de acuerdo a un estándar internacional establecido por UNESCO.
En compensación, se creará un área de 3 mil hectáreas que cumplirá la función de reserva y que servirá tanto para el Huemul como a toda la fauna y flora que se pretende resguardar. Esta área servirá para realizar actividades compatibles con la conservación y debería ser considerada como ¡La verdadera oportunidad! Podría convertirse en una “reserva modelo” si contara con recursos económicos apropiados que garanticen una buena administración, pero no a una mezquina escala humana con dineros para 10 años.
Debemos comprender que los tiempos de un ecosistema son mucho más lentos. Que un árbol nativo puede tardar cientos de años en alcanzar los 25 metros y un grupo de huemules una decena de años para aumentar su población estando en calma y con alimentación disponible para asegurar su reproducción.
Una reserva sin recursos será desatendida y terminará por deteriorarse. Un área desatendida terminará por extinguir a las especies del lugar y será la crónica de una muerte anunciada. Sólo un área moderna con participación de distintos actores, con recursos apropiados, con planes de educación ambiental y con infraestructura para actividades como el ecoturismo que no alteren el objetivo de conservación, perdurará en el tiempo. Esta es una oportunidad que esperamos visualicen los que llevan adelante el proyecto o tendremos que exigirlo como ciudadanos.
Fuente http://www.codeff.cl/
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