Mientras era director de la CONAF Julio Ponce Lerou, la dictadura promulga el decreto ley 701 del año 1974, que con algunas pequeñas modificaciones se mantuvo hasta la colusión del papel tissue descubierta el 2014, en adelante se reorienta subsidiando a pequeños y medianos propietarios, dicho decreto es conocido como la ley de Fomento forestal, que obliga al estado a subsidiar con un 75 por ciento las plantaciones de Pinos y Eucaliptos.
Lamentablemente, con éste subsidio en la práctica el estado ha financiado la destrucción paulatina del bosque nativo, sustituyendo por plantaciones de pinos y eucaliptos.
Hasta la implementación del decreto 701, en Chile centro sur era posible observar una gran diversidad vegetacional. Con bosques nativos húmedos que actuaban como retardantes naturales de los incendios, pues este tipo de ecosistema contiene mayor humedad respecto de una plantación seca de pinos o eucaliptos.
La ecología forestal demostró hace mucho tiempo que los bosques nativos son reservorios de agua, manteniéndola en calidad y cantidad, como lo planteó ya hace algunas décadas el profesor de la Universidad Austral de Chile, Claudio Donoso Zegers, verdadero pionero en éstas materias en Chile.
Las plantaciones forestales secaron las vertientes, las napas subterráneas y en algunos casos pequeños ríos, mientras que los grandes ríos de antaño disminuyeron considerablemente su caudal, algunos glaciares cordilleranos han retrocedido una enormidad, asimismo la gran mayoría han desaparecido. Cualquier adulto mayor de campo, podrá confirmar el proceso de deserticación que ha vivido nuestro país una vez instaladas las grandes plantaciones forestales. Dado que consumen más agua que los bosques nativos, matorrales y pastizales, incrementando la sequedad de suelo, generando inmejorables condiciones para la propagación del fuego.
Los pinos y eucaliptos son verdaderas bombas de chupar agua, al contrario el bosque nativo que mantiene la humedad y las temperaturas medias más bajas.
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En puros negocios forestales las dos familias empresariales que controlan más del 70 por ciento del sector, poseen alrededor de 10 mil millones de dólares. Los Matte acumulan una fortuna de 7 mil millones y Angelini de más 2.500 millones.
Al contrario de lo que alguien pudiera pensar, estudios realizados por estudiantes universitarios e investigadores en las zonas donde operan éstas empresas forestales, nos indican que desde su llegada se incrementó el número de personas sin agua potable, aumentado la pobreza y despoblamiento de los territorios.
Sin duda que el salario del obrero forestal está entre los más bajos del país, son personas que realizan su trabajo en condiciones de gran sacrificio y precariedad.
Todo este contexto les ha permitido a estos dos empresarios controlar más de 2 millones de hectáreas de plantaciones en Chile, capitalizando lo suficiente para exportar el negocio a países como Argentina, Uruguay, Ecuador, Paraguay, Brasil, México, Perú y Colombia, en donde el estado no los subsidia con el 75 por ciento de la inversión inicial.
Las personas que han estado en terreno combatiendo los incendios forestales, han podido observar la gran cantidad de material inflamable acumulado en la base de las plantaciones. Los pinos y eucaliptos poseen sustancias químicas altamente combustibles, en el caso del pino desde siempre se ha usado su resina como acelerante para la calefacción en invierno, eso lo saben los cientos de ingenieros que prestan servicios a las forestales, y los ejecutivos y dueños del negocio, a quiénes sería bueno preguntarles porque dejaron de limpiar la base de las plantaciones, dejando que se acumulara por décadas material altamente combustible al interior de las plantaciones. Lo más probable es que hayan dejado de limpiar para abaratar costos y acumular ganancias con mayor rapidez.
Tampoco se observa en terreno una red de cortafuegos, que implementan los países forestales y recomiendan los manuales del rubro.
Las forestales también son responsables de no implementar espacios de seguridad en los límites de las plantaciones con las casas de lugareños.
Sin duda que las cosas no serán lo mismo después de éste gran desastre, no puede seguir desregulado el negocio forestal, porque ya sabemos lo que sucede.
Sería inaceptable que Matte y Angelini, una vez pasado el incendio se dediquen a comprar las tierras de los pequeños y medianos propietarios afectados que no cuentan con seguros, aprovechándose de las dificultades que tendrán que afrontar.
De no producirse una profunda reorientación de la actividad forestal, el próximo año por esta misma fecha estaremos lamentando situaciones similares.
Si alguien pensó que la sustitución de la vegetación nativa no tendría efectos significativos en los suelos y clima de nuestro país, se equivocó rotundamente. También suponemos que los dueños y técnicos de las forestales sabían el daño que iban a producir y no les importó, priorizaron por sus ganancias, no les preocupa el avance de la desertificación, dejar suelos tan dañados que difícilmente puedan ser recuperados para la agricultura, alteraron el ciclo del agua generando sequía, destruyendo ecosistemas con su fauna asociada, no les preocupa que en el futuro nuestro país sea inviable como productor de alimentos. Este par de empresarios, que sí bien han ganado mucho dinero, son responsables del mayor daño ambiental en la historia de Chile, por ello sinceramente espero que ninguna autoridad crea que las cosas en el sector forestal deban seguir igual, pues lo más digno como país es que las 2 millones de hectáreas de plantaciones de los Matte y Angelini vuelvan a la administración del estado.
No cabe duda que las forestales actúan sin practicar los más mínimos criterios de respeto y sostenibilidad de los ecosistemas naturales, han actuado como si Chile fuese una factoría maderera, importándoles únicamente la extracción, tratando a los obreros forestales como verdaderos esclavos modernos.
Por ello, proponemos que de las más de 500 mil hectáreas quemadas, las controladas por Matte y Angelini, sean distribuidas entre pequeños agricultores, obreros agrícolas y forestales, para que una vez organizados el estado les entregue árboles frutales y nativos reorientando el subsidio 701 para que efectivamente intentemos convertirnos en una potencia agroalimentaria.
Por Izquierda Ciudadana
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