Este martes 19 de julio, la Cámara de Diputados rindió homenaje a José “Pepe” Aldunate, sacerdote que recibió en junio recién pasado el Premio Nacional de Derechos Humanos otorgado por el INDH, por su tenaz lucha en la defensa del pueblo durante la dictadura. El diputado Hugo Gutiérrez entregó el saludo a nombre de la bancada del Partido Comunista y la Izquierda Ciudadana.
A continuación entregamos la intervención del parlamentario integrante de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados:
Intervención homenaje S.J. Padre José Aldunate
Nunca pensé que este momento llegaría. Que este congreso homenajeara a un sacerdote que se quedó del lado de los pobres y los perseguidos. Un sacerdote que fue considerado un traidor, un elemento subversivo, un comunista, casi un demonio.
El sacerdote José Aldunate puso el cuerpo y el espíritu en la defensa de los derechos humanos. Ofreció su espalda para recibir golpes, su casa para ser refugio, su estampa para proteger a perseguidos y su sotana para esconder a clandestinos y clandestinas.
El Pepe, lejos de todo rebosamiento puramente místico, hizo de su religiosidad una relación ética con el otro. Su espiritualidad se realizó bajo la forma de defensa y protección de la persona humana y su libertad, no en el más allá, sino aquí en la tierra. El Pepe fue un activo colaborador de la preservación de la vida, la liberación y la dignidad, cuando este país navegaba en la deriva totalitaria, corrupta y asesina de la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet.
En transición, y hasta ahora, el Pepe no se detuvo, siguió activamente en la lucha por la verdad, la justicia y en solidaridad con el pueblo que sufre.
Una verdadera y autentica comunidad eclesial (una Iglesia) se caracteriza por contener tres elementos fundamentales: martirio, caridad y comunión. Cuando uno de estos elementos se encuentra ausente se debilita su credibilidad, fuerza y se convierte en una institución eclesial incapaz de dotar de esperanza a quienes representa o auxilia. El sacerdote Jesuita José Aldunate, el Pepe, representa la indivisión de esos tres elementos. Él representó la esperanza para muchos chilenos y chilenas. El Pepe actualizó el evangelio, ofreció esperanza, paz y justicia a los pobres, débiles y perseguidos.
El padre José Aldunate no eligió el bienestar o una existencia asegurada en el ministerio de la iglesia, el Pepe no capituló, no aduló ni se arrastró frente al dictador y frente al poder económico. Su lucha paladina en defensa de los derechos humanos y de los oprimidos lo convirtió en un halo de paz y en arquitecto de justicia social en tiempos donde tomar esa posición era un peligro. Fue fundador del Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo, quien se inmoló un 11 de noviembre de 1983 gritando “que me devuelvan mis hijos”.
Su participación en el Equipo Misión Obrera y su inspiración en la Teología de la Liberación tocaron el espíritu inquieto del padre Aldunate. Gracias a esas experiencias reconoció en los pobres y en los perseguidos un protagonismo que antes no habían tenido o que sólo lo habían tenido en los albores del cristianismo. En el Pepe el cristianismo se hizo pueblo, calle, solidaridad, clandestinidad, refugio y abrigo.
Pepe Aldunate fue un ferviente activista y promotor del cristianismo de base y, además, constituye un intelectual orgánico de la iglesia comprometida. Militante con la humanidad y los originarios valores cristianos. Como no recordar las primeras ediciones de la revista Policarpo (1975), revista que él dirigía, y que, en un principio, en plena clandestinidad llevó como título “No podemos callar”. Revista que se hacía en mimeógrafo que el mismo Pepe ocultaba en el coro de la iglesia Jesús Obrero.
Cuando un pueblo es perseguido, una iglesia fiel a sus principios lucha contra el mal, contra los pecados sociales, contra la injusticia y contra la crueldad. El sacerdote jesuita José Aldunate representa a esa iglesia que no sucumbió a la tentación de la banalidad del mal. Una iglesia que pensó, reflexionó y se puso a disposición de los perseguidos y los carecidos. Una iglesia humana, crítica y reflexiva. Aquella iglesia a la que me refiero, fue una iglesia que no aceptó el orden de las cosas, muy por el contrario, se alzó contra ese orden injusto e inmoral.
En la figura del padre José Aldunate convergen las acciones y rostros de distintos miembros de la iglesia e iglesias, porque fueron distintos hombres y mujeres de diversos credos los que se hicieron pilar de acción ética en el periodo de la lucha anti dictatorial. Aquellos y aquellas fueron la respuesta solidaria de las iglesias, que no se conformaron con ser una pieza más en el engranaje burocrático y aceptar calladamente la violencia, la persecución y la desigualdad. En José Aldunate homenajeamos a todos los sacerdotes, religiosas y pastores que tomaron la opción por los pobres y los perseguidos durante los años más oscuros de la historia de Chile: Alfonso Baeza, Mariano Puga, Pierre Dubois, Antonio Llidó, Tomás González, Miguel Woodward, Roberto Bolton, Elena Chain, Jaime Lancelot, Rafael Maroto, Jorge Orellana, Enrique Alvear, Manuel Larraín, Esteban Gumucio, Francisca Morales, Gerardo Poblete, Helmut Frenz, Lorenzo Maire, André Jarlan, Blanca Rengifo, Juan Alsina y María Dolores Cruzat, entre tantos otros.
Mientras un sector de la iglesia se abstuvo de intervenir y, en palabras de José Aldunate, “redujo su compromiso cristiano al culto”, otra iglesia fue “una corriente liberadora dentro de la misma iglesia, por la defensa de los derechos humanos y la liberación, incluso saliéndose de la legalidad vigente”.
Gracias a esa iglesia liberadora, la iglesia jerárquica tuvo que defender los derechos humanos dentro de la legalidad vigente. Tal como el mismo dijo en una entrevista más de alguna vez, en Chile “había una iglesia de derecha, una iglesia de centro. Faltaba una iglesia de izquierda”. Para el Pepe Aldunate, la iglesia debía ser como la sociedad, una instancia plural.
El Pepe no concibió una iglesia aséptica, descomprometida con los valores manifiestos en la confrontación de las fuerzas de la historia. La iglesia de la historia en la historia y para la historia. La iglesia de la justicia en la justicia para la justicia. La iglesia de la verdad en la verdad para la verdad. Esa es la iglesia del Pepe. La iglesia de escuchar a los olvidados y a los pobres. Esa iglesia que estuvo dispuesta a sufrir humillaciones y denuestos, y que lo hacía con una clara convicción, dios estaba con ellos y dios estaba con ellos porque se enfrentaban al mal.
Hoy homenajeamos a José Aldunate por su convicción, coherencia y consecuencia con los valores cristianos y los derechos humanos. Pero no puedo dejar pasar llamar la atención respecto a su posición en relación a la propiedad. Para el príncipe de la verdad y la justicia la propiedad siempre debe tener una hipoteca, y esta es, que ha de “servir siempre al bien común, al bien de todos, particularmente de los pobres”, no como caridad opcional sino praxis cristiana. Que palabras más pertinentes hoy en día, en este contexto de debates por reformas para un nuevo Chile, y en cuyo centro está la cuestión de la propiedad y el rol de los privados y el estado en la educación, la salud, la previsión social, vivienda, etc. El Padre Aldunate nos llama a legislar con “sabiduría para combinar la iniciativa del liberalismo con la estructura equitativa del socialismo”.
Para él, la iglesia debe ser la iglesia de cristo, comunidad y organización reunidos y convocados por su fe para trabajar en pos de la emancipación, la justicia y la igualdad en la tierra. Gracias a esa postura, valiente y certera, en Chile se salvaron vidas, se hizo construye verdad y se hace justicia. Gracias Pepe, y en este agradecimiento van las gracias a todos los cristianos que brindaron un plato de comida, una mano de solidaridad, una casa de refugio, un testimonio de verdad y una pista de justicia. Gracias Pepe a nombre de mi Partido, de las Juventudes Comunistas, de las víctimas de la dictadura y de sus familiares.
Pepe, la historia te conoce y reconoce, y quienes ayer te condenaron hoy te saludan.
Nosotros sólo decimos: ¡Pepe amigo! ¡Presente ahora y siempre! ¡Mil veces gracias!
Santiago de Chile, 20 de julio 2016
Publicado por Crónica Digital
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