Estamos frente a un escenario sociopolítico en que una vez más la oligarquía empresarial lleva la iniciativa para mantener el sistema. Debido al ascenso que estaban experimentando las distintas manifestaciones que expresan el descontento de los grupos sociales y que cada vez más se orientan en contra del modelo neoliberal y la clase política que lo sustenta. Así, el empresariado toma la decisión de buscar la mejor salida en el marco del recambio de gobierno y definiendo apoyar abiertamente la propuesta de “La Nueva Mayoría” encabezada por Michelle Bachelet, lo que ciertamente implicaría dar ciertas concesiones a reformas superficiales que se plantean desde esta coalición. Una situación que parece contrasentido, pero que si se observa con mayor detención veremos que al empresariado y muy en particular a los grupos económicos les conviene mucho más un gobierno concertacionista, como fórmula probada para hacer frente a las protestas sociales que ya se han generalizado. La definición es hacia una propuesta con políticas de “consenso”, una alternativa matizada por una serie de condiciones en donde funcionan mecanismos políticos que encausan las reclamaciones y demandas a vías legales e institucionales quedando en los hechos subordinados al sistema, sobre todo en un contexto en que aún existe una constitución de inspiración fascista antidemocrática que impone una serie de trampas, herencia de la dictadura.
Ciertamente, que un gobierno de Bachelet concita el apoyo del empresariado, sobre todo del capital nacional y transnacional que ha operado sin límites para explotar las riquezas básicas. Situación que ha quedado ampliamente registrada durante todos los gobiernos de la Concertación. De hecho, un dato no menor que grafica esta opción, es el apoyo económico que han dado ciertos grupos a la campaña de la nueva mayoría. Por tanto, estamos en presencia de una estrategia aún mayor, que establece una contención de los movimientos sociales y políticos que se oponen al sistema capitalista, en donde, el modelo neoliberal permite la explotación y depredación indiscriminada de los recursos naturales y que para caso de nuestro pueblo Mapuche ha significado un estado total de DOMINACIÓN que restablece un tipo de genocidio que pone en riesgo a muchas comunidades. El actual sistema económico político e ideológico que impera en Chile, está provocando cambios e impactos que están afectando a las comunidades y al pueblo Mapuche en su conjunto; como a nuestras aguas, suelos, montañas, entre otros. Hacia un deterioro irreversible de nuestro kume mongen, rakizuam Mapuche y entorno territorial simbólico y natural.
Es en este marco, que el empresariado pareciera avenirse a ciertas reformas, eso sí, siempre y cuando se les garantice un clima social estable para que sigan las inversiones que a la fecha han reportado exorbitantes ganancias, como ha quedado registrado durante los periodos en que ha gobernado la Concertación, sobre todo cuando estuvo en la presidencia la Sra. Bachelet. Periodo en que los grupos económicos obtuvieron las mayores ganancias que se hayan conocido, así se grafica claramente los registros en las utilidades de la banca, las inversiones en la minería, las forestales, las pesqueras y últimamente en el rubro de la energía con las centrales hidroeléctricas, actividades que dan cuenta de un despojo del capital nacional y extranjero que operan a sus anchas en este país.
Ciertamente, que al empresariado le conviene mucho más un gobierno que se presenta como de los “consensos” que uno de derecha de corte fascista que rememore resabios del pinochetismo, porque un gobierno como el de Piñera prácticamente fue al choque con las demandas sociales y políticas de la ciudadanía, cuestión que no fue apropiada para mantener la estabilidad y la imagen democrática. Por tanto, un nuevo gobierno de la Concertación ofrece muchas más garantías al empresariado, en tanto cuanto se impone sin tantos problemas en toda su dimensión el sistema capitalista que sólo favorece a unos pocos en desmedro de las mayorías. Se impone un modelo en que una de sus características es ser de tipo inclusivo, es decir, un capitalismo inclusivo – al menos eso es lo que se pregona en el discurso – que ofrece todas las condiciones imaginables para nuevos emprendedores, cuestión que no ha sido menor, en el marco de la intervención al conflicto con los Mapuche, ya que es una fórmula para atraer a ciertos sectores que tienen como intención “cambiar tierra por plata”, queriendo desperfilar así nuestra causa. El Estado y sus instituciones, permanentemente han impulsado políticas para integrarnos a la economía de mercado, para lo cual se están utilizando estrategias económicas que llaman a la inversión y el emprendimiento, creando incluso pequeñas empresas e industrias que traen consigo graves consecuencias, sobre todo porque están orientadas a la producción capitalista, esto en el marco del capitalismo inclusivo que se pregona, cuestión que es contraria al pensamiento mapuche desde sus fundamentos de desarrollo e integralidad natural y humana. Contraviniendo nuestra espiritualidad y proyección político-económico-cultural tradicional.
La vía que se propone desde La Nueva Mayoría tuvo mucho eco en el empresariado, sobre todo en los grupos económicos que ven garantías para seguir invirtiendo, sabiendo que el Estado y el gobierno de turno aplicaran diversas formas y mecanismos “eficaces”, es decir, ya probados para hacer frente a las movilizaciones en que no escapan la represión más brutal y la persecución, el asesinato político, así como la aplicación de la Ley Antiterrorista y el encarcelamiento de los dirigentes, como ha sido el caso con el pueblo Mapuche. También resulta necesario silenciar las denuncias y reclamaciones, para lo cual opera una gran maquinaria de cooptación acercando las posiciones de cierta izquierda que termina subordinándose a la institucionalidad, un terreno en que los esfuerzos estarán más centrados en buscar reformas a través de mecanismos legislativos limitados como ocurre en el parlamento. Además, las demandas basadas en la recuperación de las tierras son criminalizadas con las leyes que contravienen a un sistema democrático, lo que da cuenta de un tipo de gobierno que opta por defender corporativamente las empresas nacionales y transnacionales que ostentan y devastan los espacios territoriales y significativos para las comunidades.
Al opinar sobre el periodo electoral propiamente tal, no está de más indicar que en estas últimas elecciones ningún candidato visitó las cárceles para saber de la situación de los Presos Políticos Mapuche. Esta observación la hacemos, no con el afán de situar la lucha Mapuche en el quehacer político imperante, sino como una forma de graficar una situación de invisibilidad de la causa Mapuche, en donde queda demostrada la fuerza que tiene el discurso oficial para desvirtuar y desperfilar nuestra lucha, a tal punto que en este país las demandas del pueblo Mapuche no son abordadas seriamente por ningún sector político. Este es un diagnostico que hacemos desde la prisión política los Mapuche autonomistas que hemos sido perseguidos y encarcelados durante la concertación, y hemos estado prisioneros durante todo el periodo en que estuvo la derecha en el poder.
En esta ocasión, no hubo un tratamiento serio respecto del conflicto de nuestro pueblo con el Estado chileno y que dice relación con las históricas demandas de territorio y autonomía. Ni siquiera respecto de si se abordaran los distintos procesos de recuperación de tierras que llevan adelante las comunidades. Esta situación pareciera una paradoja, pero es la realidad, es parte del escenario que se va configurando con unas elecciones en las que solo se mantienen los intereses de los grupos dominantes, en un marco en que no se tocan los temas de fondo y menos aquellos de orden estructural porque implicaría develar las legítimas demandas de los sectores más desposeídos y golpeados por el sistema. Tampoco observamos algo significativo de parte de las candidaturas que se presentaron detractoras y alternativas al modelo neoliberal, más allá de rescatar las denuncias sobre las violaciones a los derechos humanos que se cometen en contra de los Mapuche. Porque la defensa irrestricta que se hace de éste sistema de dominación por parte de la clase dirigente, imposibilita cualquier tipo de iniciativa para abordar los temas más importantes para los oprimidos. En este sentido, podemos afirmar que son los grupos económicos y la derecha económica y política en este país, quienes dominan prácticamente todas las esferas socio políticas del Estado. Así quedó demostrado en la dinámica y contenido que tuvo las últimas elecciones. Sin duda, es la oligarquía histórica la que mantiene el poder económico, la situación estructural e ideológica para seguir explotando y depredando las riquezas básicas. Entonces, con un nuevo gobierno de la Sra. Bachelet la situación no cambiará sustancialmente, manteniéndose el modelo neoliberal el cual, por cierto, ha sido muy bien administrado por los sucesivos gobiernos de la concertación. Gobiernos, que supuestamente representan a la “Mayoría” y una clase política a su favor, que hacen creer a la gente que tienen diferencias, pero que en la práctica representan más de lo mismo. Así se mantendrá un quehacer político desde el sistema, que a su vez cuenta con el apoyo mayoritario de los medios de comunicación de masas, que están a favor de los poderosos, sosteniéndose así un discurso que va en contra de las justas demandas de los oprimidos.
Los grupos económicos ya celebran por cómo terminará esta elección presidencial, porque las dos candidatas representan a la derecha económica de este país, son las caras de una misma moneda, defensoras de un modelo de desarrollo económico que afecta a los más desposeídos. Sin embargo, que esta forma de gobernar llamada “democrática” es una modalidad que está entrando en una deslegitimación evidente, en cuanto a la representación del país se refiere, así está quedando demostrado con la alta abstención de votantes por las opciones señaladas. Es una abstención que pasó a ser indiferencia, a una verdadera forma de protesta a las formas de hacer política desde la clase dirigente. Al respecto, podemos deducir que la gente se abstiene de votar porque está cansada de que les mientan una y otra vez con “ofertones electorales” y engaños, a su vez de que no quieren participar porque hay mayor conciencia de la serie de trampas que existen en cuanto a los mecanismos que definen la representación, partiendo por las trampas constitucionales. Por lo tanto, con ésta abstención el proceso de vuelve ilegítimo, de ahí la preocupación de ambas candidaturas, sobre todo de La Nueva Mayoría de que la gente vaya a votar, porque un gobierno con escasa votación pasaría a ser en los hechos ilegítimo en cuanto a representatividad y sostenimiento, cuestionándose así todo el andamiaje del poder. En este escenario, se puede afirmar que el nuevo gobierno de Bachelet será ilegítimo, porque no tiene el respaldo suficiente y más bien representará la decadencia de la clase política que siempre se pone al servicio del poder económico. Es por esta razón que el Movimiento Mapuche Autónomo da por superado el hecho de participar en las elecciones, porque por esta vía no se resuelven nuestras demandas.
En cuanto a la izquierda en Chile, ésta se encuentra muy debilitada, al menos la que participa del proceso eleccionario, que ha optado por participar en el esquema de hacer política dentro del sistema, una situación que posee límites y pone trabas a los cambios que se demandan desde los diversos sectores sociales golpeados por el sistema de dominación. Nos enfrentamos a un nuevo gobierno de la Sra. Bachelet, quién gobernará con los mismos personeros de la Concertación, más el Partido Comunista que irá en esta ocasión como vagón de cola. Sin duda, que para el Movimiento Mapuche Autónomo este será un nuevo gobierno que representa la continuidad, es decir, más de lo mismo, y como se trata de un tipo de administración que estará al servicio de los grupos económicos continuaran las políticas que pretenden desmovilizar a nuestro pueblo, como son las políticas sociales de corte asistencialistas y las medidas de represión que han violentado permanentemente a las comunidades en lucha. Tal vez, una característica nueva sea que se pondrá mayor énfasis en dotar de recursos económicos a planes y programas que fomenten diversos emprendimientos de tipo capitalistas que surjan desde la realidad Mapuche. Al respecto debemos indicar que ya se está promoviendo las condiciones para prácticamente “cambiar tierra por plata”, una idea que surge desde la derecha para fortalecer el modelo en la región. A su vez, también observaremos como se da luz verde a nuevas iniciativas de parte de las forestales para que las comunidades y/o ciertos sectores de éstas se involucren en la explotación de los bosques a cambio de escuálidos ofrecimientos económicos. Es en este cuadro que se seguirá desenvolviendo nuestra lucha, aquella que tiene como horizonte principal la recuperación del territorio y la autonomía, cuestiones que para nosotros son de suma importancia para defender la totalidad de nuestro mundo Mapuche, desde una perspectiva integral, es decir, económica, política, social y cultural.
Afirmamos que el futuro gobierno seguirá en la misma dirección que los gobiernos que le antecedieron, incluyendo el de derecha, así lo demuestra la conformación del equipo político y sobre todo el económico que respalda y conforma “La Nueva Mayoría”, el que está constituido mayoritariamente por especialistas en el modelo neoliberal, cuestión que sienta un grave precedente para que se continúe con los procesos de inversión de capitales nacionales y transnacionales en el territorio ancestral Mapuche, situación que pone en serio riesgo a las comunidades en cuanto a las reservas de agua y tierras, esto considerando las nuevas arremetidas de empresas en los rubros energéticos con las hidroeléctricas y la actividad minera.
Además, es necesario señalar que durante los cuatro periodos de gobiernos de la Concertación y uno de la Alianza, el balance en materia de política indígena es condenable. Sobre todo porque se ha impuesto un discurso durante todos los gobiernos para calificar y asumir al pueblo nación Mapuche como el enemigo interno del Estado, un discurso asumido por los gobiernos de turno y su clase política, así por como los grupos de poder económico y todo el entramado político, jurídico y policial, más un sector importante de la prensa. Lo cual ha favorecido para la aplicación de la Ley Antiterrorista y todo el trato vejatorio y humillante de tipo racista en contra de nuestra nación. Esto, en un marco en que la preocupación de los gobiernos ha sido resguardar y proteger los intereses de los grupos económicos, colonos y clase política, en contra de las comunidades Mapuche. Prácticas que se ven facilitadas porque aún el Estado chileno no ha reconocido constitucionalmente al pueblo Mapuche, ni tampoco se ha reconocido como un Estado plurinacional, lo cual ciertamente favorece la mantención de medidas represivas y opresión.
Por lo tanto, estaremos frente a un gobierno que nuevamente estará al servicio de las grandes corporaciones, los que confrontaran con los grupos y sectores más vulnerables del pueblo chileno en general, y con nuestro pueblo Mapuche en particular.
Un gobierno que administrará nuevamente con una constitución pinochetista, la que por su forma y fondo es ilegítima, injusta y antidemocrática y que sirve como marco jurídico y político para seguir sometiendo al pueblo chileno y a nuestra nación. Esto explica porque ni la derecha, ni los sectores más neoliberales de la concertación se resisten a modificar y sólo se abren a un cierto “debate” para que esta sea remozada, más bien, perfeccionada. Es por esta razón que no creemos que en el parlamento se obtengan resultados importantes para la causa Mapuche, ni siquiera respecto de acciones de mayor justicia en materia de reconocimiento y respeto a los derechos humanos. De hecho, no habrá legislación a favor de las comunidades sobre todo en un contexto en que seguirá un estado de confrontación impuesta por los procesos de inversión.
Es este contexto que se nos avizora con el nuevo gobierno en el poder, por lo cual no nos queda otro camino que mantener la resistencia al sistema capitalista y a toda su expresión política e ideológica que actúe en su defensa, situación que nos pone en abierta confrontación con un gobierno neoliberal y que esté al servicio del empresariado, como de seguro será la administración de Michelle Bachelet.
Sin duda, que para el Movimiento Mapuche Autónomo, este será un escenario socio político complejo y difícil, con un tipo de gobierno ya conocido, porque fresca está en nuestra memoria, no sólo la nula voluntad para afrontar nuestras legitimas e históricas demandas por el territorio y la autonomía, sino por la serie de hechos que grafican la fuerte represión y criminalización de parte del Estado chileno, lo que ha implicado persecución, cárcel y muerte por nuestras posiciones en favor de la causa Mapuche. Por lo mismo es que no podemos soslayar el hecho de que fue la Concertación y más específicamente el gobierno de Bachelet, el contexto en que se asesinó a nuestros Weichafe Matías Catrileo y Mendoza Collío, se aplicó la Ley Antiterrorista que permitió perseguir y condenar a los más destacados militantes y dirigentes de la causa Mapuche, los que hoy aún cumplen largas condenas en las cárceles del Estado chileno.
Con un gobierno de continuidad no nos queda otro camino que seguir luchando, porque seguiremos viviendo bajo una realidad llena de injusticias, lo que ha sido una constante por ya décadas y que con los gobiernos “democráticos” de la Concertación se ha agudizado producto de que se han mantenido políticas de Estado en favor de los poderosos que arremeten permanentemente en contra de nuestro pueblo. Porque la continuidad está expresada claramente en la mantención de un modelo de desarrollo económico que en nuestro territorio ancestral ahoga a las comunidades Mapuche, expresión de aquello son la invasión forestal y otros procesos de inversión que como las hidroeléctricas y las mineras continúan con el despojo por desposesión de nuestros espacios territoriales.
Está en nuestro horizonte un nuevo escenario de lucha para el conjunto de nuestro pueblo nación, es un proceso que está en marcha y que ya partió en base a la defensa y recuperación de nuestros derechos fundamentales y esto a pesar de que el estado trate de frenar el movimiento con más asistencialismo, cooptación de dirigentes, prácticas de clientelismo político y las medidas represivas que buscan desmovilizar a las organizaciones más consecuentes con la línea y los principios de la autonomía y la liberación.
En efecto, consideramos significativo que la derecha fascista sea derrotada en las elecciones, pero este ánimo rápidamente se diluye cuando observamos que una nueva derecha regirá el Estado chileno, en un contexto en que resulta más complejo y difícil mostrar las contradicciones fascistas cuando los “demócratas” levantan discursos llenos de promesas de cambio. Con la derecha empresarial en el gobierno el asunto era claro en relación a la definición de nuestro enemigo histórico. Ahora habrá que establecer nuevos diagnósticos y elaborar más ideológica y políticamente para esclarecer el nuevo contexto sociopolítico.
Por lo anterior, es que afirmamos categóricamente que la lucha Mapuche autonomista continuará, haciendo frente a la explotación y depredación del Wallmapu, a la represión constante (criminalización y persecución política), haciendo frente a la nula voluntad política de devolución de las tierras Mapuche reivindicadas, que favorecen así procesos de inversión capitalista en nuestro territorio ancestral, destruyendo de esta forma nuestra cultura y espiritualidad.
Es por lo anterior que, desde nuestras definiciones de Mapuche autonomistas anticapitalistas, seguiremos en la senda de la resistencia y la reconstrucción nacional haciendo frente con diversas formas de lucha al nuevo gobierno, mientras que se administre para los poderosos y en la medida en que se siga con la política de guerra contra nuestro pueblo.
Frente a los fuertes procesos de inversión capitalistas en el Wallmapu y a su defensa irrestricta por parte del gobierno de turno, antepondremos EL WEYCHAN, como la autoconvocatoria para la resistencia de todo nuestro pueblo, creando las condiciones políticas e ideológicas para la Liberación Nacional Mapuche.
Mientras sigamos viviendo en la opresión y la injusticia
nuestro pueblo tiene el derecho a la rebelión.
Porque “seguimos viviendo en el banquillo de los acusados
en el juzgado de indios de la modernidad”, expoliados territorialmente
y bajo un sistema de dominación.
LA RESISTENCIA MAPUCHE CONTINUARÁ
Nuestros antiguos dijeron que volverá la memoria y tronaran
de nuevo las fuerzas volcánicas de la revolución en el Wallmapu.
Por territorio y autonomía
Feyentun – Newuentuaiw
Weuwaiñ pu peñi pu lamgen
Hector LLaitul Carrillanca
Weichafe, PPM
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