Familiares recordaron a víctimas de la dictadura asesinadas en Colonia Dignidad

Gabriel Rodríguez dormía en la casa de sus padres cuando violentos golpes a la puerta lo sacaron abruptamente de su letargo nocturno. Era el año 1975, fue vendado, golpeado a punta de metralleta y llevado rastras hasta un vehículo bajo la amenaza de que al menor movimiento "se moría". Dos horas de trayecto sin poder ver la cara de sus captores, hasta que fue bajado y colocado junto a otras 60 personas bajo la custodia de desconocidos. Gabriel fue uno de los chilenos ilegítimamente detenidos, torturados y asesinados en dependencias del enclave alemán de Colonia Dignidad, en Parral.

Casi 40 años tuvieron que transcurrir para que finalmente las víctimas que allí fueron flageladas y asesinadas por la dictadura recibieran un homenaje póstumo, coincidiendo con el hallazgo de nuevas osamentas que rebelan las atrocidades cometidas en esta colonia alemana de la muerte. Gran parte de de estas atrocidades son crímenes que se encuentran en la más completa impunidad. Junto con exigir la apertura de los "archivos secretos" de la colonia, hallados en 2005, familiares colocaron esta mañana un placa en la memoria de las víctimas que fueron arrojadas al Río Perequilaquén para impedir su identificación. Así obraba la dictadura de Pinochet.

La manifestación, llamada "Caravana a Colonia Dignidad", fue convocada por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos de Talca, quienes acompañados por organizaciones de DDHH se reunieron al mediodía en la Plaza de Parral, para posteriormente trasladarse a Villa Baviera. Allí exigieron información sobre las osamentas que fueron encontradas en febrero y cuyo hallazgo ha sido manejado en extremos secreto, así como la apertura de los archivos de la "colonia de la muerte" que colaboró con la dictadura genocida de Pinochet.

Gabriel Rodríguez tuvo suerte. Sólo estuvo siete días y logró salir en libertad, pero muchos de quienes compartieron el encierro con él terminaron en el exilio o desaparecidos. "En esos siete días sólo una vez me dieron alimentos, yo tenía 21 años, me gritaban, golpeaban, humillaban", dice. Pese a que ha declarado en varios juicios contra la Colonia, dice que los captores se aseguraban de no ser identificados vendandolos de manera permanente, lo que dificulta poder identificar a los criminales en un tribunal.

"Esa gente que violó, que asesinó, hoy camina libre y puede estar al lado tuyo comprando en una tienda sin que tu sepas la clase de crímenes contra la humanidad que cometieron", dice Gabriel desde Parral. La mayor parte de los detenidos en Colonia Dignidad por agentes de la DINA, en colaboración con los alemanes de la Colonia, pertenecían a Talca, Parral y Concepción. Según consta por la confesión del chofer y guardaespaldas de Paul Schäfer, En el año 1978, los cuerpos de las víctimas fueron exhumados, quemados y arrojados al río Perquilauquén para impedir que fueran identificados por sus familiares.

Una de las pocas condenas que se han logrado fue gracias al testimonio de Adriana Bórquez, detenida en Colonia Dignidad durante 24 días en 1975. El ex agente de la DINA Fernando Gómez Segovia y el ex integrante de Colonia Dignidad, Gerardo Mücke, fueron hallados culpables, pero sólo fueron a sentenciados a tres años de pena remitida, lo que permite que cumplan la condena en libertad. El nombre de Adriana y el de todas las víctimas torturadas y asesinadas en la Colonia volvió a escucharse hoy en el mismo lugar donde hace 40 años se imponía el terror. Una placa recuerda ahora a quienes allí murieron, mientras familiares arrojaron claveles simbólicos al mismo río donde criminales arrojaban los cuerpos calcinados de los detenidos por la dictadura asesina.