En el aniversario conmemorativo número 3 del fallecimiento de Jonatan Morales Reyes “El cubano” su padre le dedica unas palabras.
HOLA HIJO :
Recordando una vez más la fecha de tu partida hace ya tres años, te saludo con el cariño y afecto de siempre. . . . así es, tal cual . . . sin hacer ninguna diferencia de si estás o no estás entre nosotros, a mi lado preferentemente. La vida es frágil, dijiste algunas horas antes de tu partida al mundo espiritual y todo puede cambiar de un momento a otro . . . tuviste razón y caramba como cambió el estadio de la vida, para ti y para nosotros tus padres, que siempre te quisimos con tanto y tanto amor. A los 31 años creo que fue demasiado temprano para irse, pero de seguro Dios tuvo sus razones para llevarte de este plano físico al espiritual y ante esta decisión tan soberana del Altísimo y tan dolorosa en mi interior como Padre, no me queda otra cosa que ir aceptando a través del tiempo la falta de tu presencia física a la cual estábamos acostumbrados mientras convivíamos en este mundo, porque eras un muchacho alegre con todas las personas, responsable en tu trabajo (trabajador Social), respetuoso con todos y dentro de tus valores fundamentales tenías siempre la vocación espontánea para ayudar a los más necesitados, eras empático con tus semejantes. Es por ello que ante este cúmulo de cualidades innatas, aún me cuesta aceptar que te hayas ido de este mundo. ¿Porqué? ¿Habrá un error? Estamos hablando de un joven con todos los valores ya señalados, de un joven que servía a los demás y además lo hacía con cariño, con afecto y alegría. Simplemente mi hijo era así y lo han confirmado cientos de personas de distintos lugares públicos donde él trabajó. Me llena de orgullo hablar de mi hijo y me llena de pena su ausencia. Son complicados estos recuerdos por los sentimientos encontrados que involucran, en tanto el dolor viene siendo como una espada que atraviesa el corazón. Se tienen que hacer esfuerzos sobrehumanos para quedarse solamente con los mejores recuerdos que tuve mientras él vivía (alegría), sin considerar el presente, es decir su ausencia (dolor), resulta casi imposible compatibilizar ambos calificativos y continuar tranquilamente la vida. . . . difícil . . . A mis 67 años estoy aprendiendo lentamente a convivir con este dolor que a ratos pareciera subir su intensidad incluso arrancando en mi soledad un par de lágrimas y a ratos baja un poco, pero que en ningún caso se erradica, sino que permanece en mi mente y en mi corazón. Mi consuelo son los recuerdos de su alegre vida y la fé en Nuestro Señor Jesús que nos prometió vida eterna y vida en abundancia. Que así sea.
A propósito de la vida eterna, ya mi hijo me ha demostrado que esto es cierto, se ha presentado en mi hogar varias veces en forma repentina e invisible con demostraciones inequívocas de su presencia. No voy a entrar al detalle de estos hechos por que corresponden a situaciones íntimas de la familia, pero que da por verdad estas manifestaciones de vida después de la vida. Sé que no soy el único que ha pasado por este episodio de perder un hijo . . . somos muchos ciertamente, vaya para todos ellos un fraternal abrazo y no pierdan nunca la esperanza de volverlos a ver, ya llegará el día y hora menos pensado en que esto sucederá. Mientras tanto dejémoslos en paz.
Eterno Cubano
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