Por: Dauno Tótoro Navarro
La semana pasada se supo que Lucía Dammert ingresaba al equipo de trabajo del candidato presidencial Gabriel Boric. Los cuestionamientos no se hicieron esperar: no deja de llamar la atención que integren a una ex asesora del Ministerio del Interior de Bachelet II, que trabajó con oscuros personajes como Jorge Burgos o Mahmud Aleuy.
La integración de Lucía Dammert al equipo tiene mucho que ver con las declaraciones de Nicolás Grau, el principal asesor económico de Boric, quien señaló hace unos días atrás que están abiertos a la gradualidad en su programa (su “ya gradual programa” podríamos agregar). A la vez agregó que “El sector privado será el sector predominante en la inversión”.
Esto fue leído, evidentemente, como un intento de entregar tranquilidad al mundo privado. No por nada el mismo Grau se ha hecho parte de foros y conversaciones con altos representantes del mundo empresarial, como ocurrió en una exposición ante clientes de la consultora de mercados Pacífico Research, donde ante más de 70 ejecutivos, de AFP’s, bancos y la bolsa, entre gerentes, jefes de estudios y mesas de dinero, Grau señaló, en el permanente intento del equipo de Boric de demostrar “gobernabilidad” para el empresariado, que “Muchas de las cosas que estamos proponiendo ocurrirían en Chile igual si no somos gobierno, pero en forma más desordenada”.
En dicha charla estuvo presente además Andrés Velasco, figura prominente de la ex Concertación, y pocos días antes de dicha exposición, Diego Pardow, coordinador programático de Boric, había realizado una exposición ante la Sofofa.
Cabe señalar que Pardow es director de la ONG “Espacio Público”, directorio compartido con Lucía Dammert y académicos cercanos a la ex Concertación como Eduardo Britán o Eduardo Engel.
En el mismo sentido de la gobernabilidad van los gestos de Boric post aniversario del 18 de octubre, quien nuevamente salió a “condenar la violencia” sumándose a la oleada de “condenas” que poco sentido tienen y que sólo alimentan y fortalecen una agenda securitaria del gobierno y de la ultraderecha de Kast.
Pero, ¿Por qué todos estos gestos al empresariado? ¿Por qué la candidatura se abre cada vez más hacia la ex Concertación?
Desde el sector diversos son los argumentos: Para explicar los vínculos concertacionistas señalan que se necesita experiencia en el equipo para gobernar, que se requiere de gente preparada, que no se puede “ser puristas”, que hay una elección que ganar y que hay que ir al centro para ganarla.
Y para justificar el diálogo con el gran empresariado, sostienen que hay que entregar señales de gobernabilidad.
Así prometiendo gradualidad a los dueños del país y estrechando vínculos con los administradores del modelo, cada vez más se alejan de las demandas, intereses y necesidades populares y de las y los trabajadores.
Un gobierno como el de Boric enfrentará una oposición enconada y rabiosa en amplios sectores del gran empresariado, más si Kast obtiene un importante resultado electoral, cosa que parece ser probable. No hay que olvidar la resistencia que opuso la derecha, Iglesia y empresarios a los cambios cosméticos que proponía Bachelet en la Nueva Mayoría, que incluso no sólo mantenía sino que profundizaban el modelo neoliberal.
Y por más moderado que sea el programa de Boric, la resistencia seguro será mayor. ¿Cómo enfrentará a los gremios patronales, a los camioneros reaccionarios, a la ultraderecha?
Cada gesto hacia el centro y hacia “dar gobernabilidad” lo aleja de las organizaciones sociales, sindicales, de movimientos, que son la vía para justamente enfrentar hasta el final a la ultraderecha y al gran empresariado.
Abrirse a la gradualidad del programa antes de siquiera pasar a segunda vuelta es en los hechos renunciar a ese mismo programa. La Concertación siempre utilizó, dentro de su abanico de recursos discursivos, que los cambios debían ser graduales. Acudimos nuevamente a un nuevo discurso de gradualidad para tranquilizar a los mismos de siempre, mientras las mayorías trabajadoras van a tener que seguir esperando y sufriendo de esa manoseada “gradualidad”, porque sus intereses son siempre postergados.
Por cuestiones como estas, el proyecto de Gabriel Boric y del Frente Amplio no representan una alternativa para una transformación radical y profunda en Chile, para acabar con esos “30 años”.
Porque para terminar con el saqueo a las pensiones, al medioambiente, para terminar con el negocio de la salud y educación de mercado, para poner fin a la militarización del Wallmapu y devolver las tierras ancestrales, hay que enfrentar a los poderes reales.
Esos poderes reales que, por ejemplo, se sentaron a escuchar a Nicolás Grau mientras éste les aseguraba gradualidad y calma.
No será de la mano con la ex Concertación ni sus asesores, el cómo conquistaremos las demandas históricas del pueblo trabajador, menos aún prometiendo moderación a esos que no fueron ni de cerca moderados para saquear al país entero. Por el contrario, será a través de fortalecer y desplegar la fuerza de la clase trabajadora y el pueblo.
Por eso necesitamos construir una alternativa política distinta, que se proponga enfrentar a esos poderes reales, afectar la ganancia del gran empresariado, sin confiar en la ex Concertación ni en sus asesores, por progresistas que se pinten, y que para eso, confíe plenamente en la fuerza de la movilización y organización de las y los trabajadores y el pueblo.
Publicado por https://www.revistadefrente.cl/
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