En cadena nacional, el presidente expuso los “fundamentos” que lo llevaron a levantar varias medidas restrictivas y así permitir las aperturas de centros comerciales y el retorno de los funcionarios públicos a sus puestos de trabajo. Para argumentar aquello, Piñera mostró datos que sugieren una veloz reducción del contagio... lo que es altamente improbable desde la perspectiva epidemiológica.
Las señales de la autoridad sanitaria son de retorno a cierta normalidad, lo que incluye la apertura de centros comerciales, el regreso de los funcionarios públicos al trabajo presencial y de un retorno a clases con restricciones para mayo.
Así lo comunicó el propio presidente Sebastián Piñera en cadena nacional, haciendo hincapié en que también es relevante sostener la economía y el empleo.
Más allá de las consideraciones respecto de los equilibrios entre política económica y política sanitaria que guían a Piñera, pareciera que en el análisis no se consideró las recientes vacaciones de Semana Santa con gente evadiendo las cuarentenas hasta en helicóptero, ni el masivo uso de mascarillas en el cuello, o el que el 80% no tenga recursos suficientes como quedarse en la casa, según información de la Fundación Sol.
Al menos eso se deduce del dato que indica que el Ministerio de Salud (Minsal) adoptó estas medidas sin consultar a la Mesa Social Covid-19.
¿Qué llevó entonces al mandatario a tomar estas decisiones de relajamiento de las medidas restrictivas?
En cadena nacional Piñera mostró un gráfico que sugiere que Chile está aplastando la curva de contagios.
Se trata de la información respecto a casos nuevos. Se supone que un país está controlando el Covid-19 cuando logra reducir progresivamente, o al menos estabilizar, el número de casos nuevos. Eso es exactamente lo que parece mostrar este gráfico, elaborado a partir de los datos de su accidentado Informe epidemiológico N° 9, el que tuvo que ser bajado momentáneamente para corregir groseros errores.

Nota al gráfico: Los datos dispuestos se organizan en semanas epidemiológicas, para poder comparar un año con otro. En el caso de Chile, el Covid-19 empezó a ser observado en la novena semana de 2020.
El gráfico que descompone los datos por regiones, también parece mostrar una tendencia similar.

Sin duda, un resultado como éste debería poner contento a cualquier gobierno. Pero ¿es esto así en la realidad? Hay varios indicios que muestran que no, por lo que el gobierno estaría tomando decisiones con información errada.
Como la prudencia manda, hay que despejar un posible equívoco en el retraso de la incorporación de los datos entre un informe epidemiológico a otro.
Tal como consignan varias notas al pie de página de estos informes, los datos son provisionales, pues hay información pendiente de incorporar de semanas anteriores. Este efecto es constatable en la variación que experimentan los datos entre el informe 8 y el 9, como se muestra en el siguiente gráfico:

El incremento de la curva de un informe a otro representa los casos retrasados que fueron estudiados y asignados a una semana epidemiológica determinada, según las nuevas definiciones del Minsal, en función de la fecha del inicio de los síntomas. Se puede observar que esto significa un aumento de los casos de un informe a otro, lo que se pronuncia en la medida en que la semana es más cercana al presente.
Así y todo, esta observación no alcanza como para desdecir la tendencia que indica que Chile estaría reduciendo la curva de contagios, sólo implica que esta reducción no iría tan rápido.
¿Habrá tenido eso en mente Piñera cuando llamó a no adoptar un discurso “triunfalista” por la reducción de los contagios, a la vez que adoptaba medidas triunfalistas de levantamiento de restricciones?
Para descartar que la reducción de la curva corresponda al retraso en los reportes de casos, hipotéticamente los aumentamos al doble y al cuádruple, en la diferencia entre un informe y el otro. Aún así, la curva se aplana, como muestra el gráfico a continuación:

Como es difícil que el gobierno crea que la reducción de la curva de contagios se deba a retrasos en el reporte, habrá que pensar que Sebastián Piñera creyó en la efectividad de su estrategia de “cuarentena progresiva”, en la cual el Minsal mediante una táctica de bombardeo quirúrgico de la epidemia, a través de quizá qué sofisticado sistema de información, ha ido sofocando cada brote pandémico a nivel micro en el territorio.
Pero, al igual que en el caso de los bombardeos quirúrgicos de las guerras reales, estas tácticas terminan destruyendo hospitales.
A continuación aportaremos nuevas observaciones a la idea que presentó Ciper en su artículo Covid-19: Chile no está aplanando la curva, la perdimos de vista.
A ciegas
Sabemos que el seguimiento de los casos positivos y el testeo de las personas que pudieran ser contagiadas por estos es fundamental. Y Chile no va bien en esa materia.
Tomando como referente al Estados Unidos de Donald Trump, el cual puede considerarse como un ejemplo de manejo economicista desastroso de la pandemia, sabemos que las críticas le han sido duras por haber logrado testear a apenas el 1% de la población. Con ese nivel de testeo, se considera que la primera economía del planeta va a ciegas en el conocimiento del comportamiento de la pandemia en sus fronteras.
Verificamos la situación de Chile a ayer domingo 19 de abril, y nos encontramos que apenas se ha llegado al 0,58% de la población con test PCR (no test rápidos, que no son fiables).
Al graficar los exámenes realizados hasta ahora en Chile, se observa una sorprendente linealidad que permite proyectar la situación hasta lograr cubrir al 1% de la población, lo que sería en unos 20 días más; el 8 de mayo.

Es importante notar que esta proyección considera un exámen por persona, pues no existe información relativa a la cantidad de exámenes repetidos que se están aplicando. De todos modos, si se realizara un examen extra cada diez personas, se alcanzaría el 1% de la población el 13 de mayo y si fueran dos exámenes cada diez personas, llegaríamos al 1% el 17 de mayo.
Y eso solo para alcanzar una cifra que ya se considera un fracaso en Estados Unidos.
Eso, sumado a que hay un sesgo que favorece a los pacientes afiliados a isapres por sobre los afiliados a Fonasa, los que son mayoritarios en el país (78%), lleva a concluir que el aplastamiento chileno de la curva de contagios, solamente mide la incapacidad del país de obtener la información clara y oportuna que requiere para alimentar la estrategia que adoptó, la cual -a su vez- requiere de grandes volúmenes de información para aplicar tácticas quirúrgicas en el territorio.
Otro elemento fundamental para evaluar si realmente los datos dan cuenta de la realidad, corresponde al seguimiento efectivo de quiénes se dan como confirmados por Covid-19 en los exámenes.
Lamentablemente, a partir del último y controvertido informe N°9, el Minsal dejó de informar la proporción de casos cuya cadena de trasmisión se conoce, y la que no se conoce. La proporción general de casos con origen conocido había ido empeorando gradualmente, lo que se exacerbaba con el aumento de los casos, haciendo cada vez peor la cifra en números absolutos.

En el último informe, sin embargo, se observa un cambio para peor: si bien la proporción de casos con origen conocido y desconocido se mantiene, baja drásticamente la cantidad de casos en investigación, lo que se compensa con un aumento de los casos sin nexo. Es decir, se está renunciando simplemente a buscar el origen de más de mil casos recientes. Esto significa, en términos prácticos que muchos han seguido transmitiendo la infección sin mayores cuidados hasta desarrollar síntomas (o no, en el caso de los asintomáticos).
Esta idea se refuerza cuando se observa lo que pasa en muchas regiones, donde la positividad de los nuevos exámenes alcanza cifras superiores al 20% estos días.

Mientras más baja sea la relación entre nuevos casos y nuevos exámenes, con mayor acuciosidad se estará buscando a los posibles contagiantes. Corea del Sur, uno de los países más exitosos en esto, alcanzó una ratio de 2%. Vemos que varias regiones de Chile tienen niveles altísimos, lo que implica otra señal de que no se está detectando a quienes podrían contagiar.
Estos datos del Minsal, parecen más apuntar a cerrar los ojos ante la realidad, negando las inequidades sociales y territoriales que se observan, y transmitiendo una peligrosa e infundada sensación de éxito, por mucho que el tono presidencial sea de prudencia (no así sus políticas respecto de las restricciones).
Tal vez sea el momento de recordarle al gobierno que -antes de creerse Corea del Sur, pero sin datos- una de las mejores políticas para combatir el ébola en África fue simplemente lograr disponer para la población agua y jabón para que pudiera lavarse las manos, lo que, en equivalencia con la situación chilena con el coronavirus, es -además de lavarse las manos- mandar a la gente a su casa.
Los autores de esta columna académica pertenecen al colectivo aquihayunproblema.cl, el cual se conforma por el epidemiólogo Aníbal Vivaceta, por el bio-estadístico Sebastián Espinoza y el ingeniero biomédico Nicolás Schiappacasse. Todos ellos parte de la Universidad de Valparaíso.
Publicado por https://interferencia.cl/
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