Dr. Rodrigo Abarca del Río, investigador de Geofísica de la Universidad de Concepción, fue parte del trabajo científico publicado en prestigiosa revista y que logró identificar largos períodos de escasas precipitaciones en Rapa Nui provocadas por el fenómeno climático La Niña, lo que habría llevado al consumo indiscriminado de las palmeras.
Si pensamos en el pasado de Rapa Nui, se nos vienen a la mente sólo incógnitas: cómo hicieron los isleños sus inmensos moais y cómo desapareció el bosque de palmeras que cubría la remota isla del Océano Pacífico y que, de paso, nos permitía dar con una hipótesis de construcción de las monumentales esculturas de roca volcánica. Aunque se conoce más la teoría del ecocidio o autodestrucción ecológica del pueblo rapanui, su contraparte natural tiene un nuevo aporte, pues hay una reciente investigación que culpa al fenómeno de La Niña como factor clave en ciclos de sequías de décadas que afectaron profundamente la vida en la Isla de Pascua.
La mayoría de las investigaciones explican que la destrucción del bosque fue causado por diversos factores, incluyendo el consumo de las semillas por las ratas, pero la investigación “Aclarando el rol de ENOS en los cambios de precipitación en Isla de Pascua: posibles implicaciones ambientales para el último milenio” viene a poner un mayor acento en la variabilidad climática para la catástrofe que vivió el pueblo primigenio.
El artículo del que es coautor el geofísico de la Universidad de Concepción Rodrigo Abarca del Río señala que “nuestra reconstrucción revela altas recurrencias inusuales de situaciones similares a La Niña durante los siglos XV al XVII, lo que probablemente indujo un déficit significativo de precipitaciones en la isla”; además de que “el análisis de conjuntos de datos independientes muestra déficits de precipitación sobre la isla durante los eventos de La Niña del período 1850 - 2021”. Por tanto, el artículo publicado en la sección Paleoceanography and Paleoclimatology de Advancing Earth and Space Science concluye que las sequías habrían sido factor fundamental en la decisión de cortar los bosques lenta pero progresivamente para la subsistencia de los isleños.
Para llegar a estas conclusiones, la investigación de los científicos Delcroix, Michel, Swingedouw, Malaizé, Daniau, Abarca, Caley y Sémah analiza los cambios de precipitación en Rapa Nui utilizando datos obtenidos en terreno, otros tantos de satélites y de reanálisis que abarcan las últimas cuatro a siete décadas y 46 simulaciones mensuales de 156 años (1850 - 2014). Éstas se comparan con reconstrucciones de vegetación basadas en análisis de polen sedimentario recolectados en tres sitios de la isla.
Es decir, es plausible el razonamiento de que lo sucedido en la Isla de Pascua puede sucederle al planeta, como señalara el investigador Diamond en 2005, pero no tanto por el uso indiscriminado de sus recursos forestales, sino más bien como consecuencia de la crisis climática que hoy es fuertemente afectada por la actividad petrolera y carbonífera. En el caso de Chile central, con una hipersequía que ya dura 13 años. Así lo señala el estudio al indicar que “desde el punto de vista estadístico, estos déficits de larga duración que enfrentó el pueblo Rapa Nui fueron eventos extremos e inusuales, entonces de origen natural; en contraste con los eventos extremos que vivimos en la crisis climática actual”.
Desde el principio
Según relata la investigación, la isla fue colonizada desde el este de Polinesia entre el siglo VIII al XI, período en que la isla estaba cubierta de bosques desde finales del Pleistoceno. Se ha propuesto que la tala gradual de bosques ocurrió entre los años 800 y 1200 y las décadas o siglos antes de 1700, años previos al primer contacto europeo registrado en 1722. La información sobre la disminución de los bosques proviene principalmente de análisis de núcleos de sedimentos recolectados en los tres lagos de cráter principales: Rano Kao, Rano Raraku y Rano Aroi. El polen fósil, las huellas de carbón y, a veces, los elementos de tierras raras de estos núcleos, se han examinado en varios documentos para reconstruir la vegetación pasada y los incendios.
“Primero se consideró que la desaparición de los bosques era causada principalmente por actividades humanas, en particular, para liberar espacio para el desarrollo de la agricultura, para obtener rollos de madera para el transporte de los moais, para construir viviendas y canoas, y leña para cocinar… Los rapanui sin duda talaron algunos árboles, pero la hipótesis del colapso está lejos de ser aceptada colectivamente. Por ejemplo, otra opinión es que la disminución de los bosques fue causada en parte por el consumo de semillas de palma por parte de las ratas introducidas por los polinesios, lo que impidió su regeneración”, relata la investigación.
Aunque se exploró parcialmente la influencia del cambio climático natural, la mayoría de los resultados publicados han analizado la correlación de las fases de El Niño / La Niña y las anomalías de precipitación en la Isla de Pascua, pero rara vez se han centrado en la amplitud y duración de estas reducciones de lluvias. Y es aquí donde este trabajo concluye que las situaciones similares a La Niña después de alrededor de 1300, especialmente durante los siglos XV al XVII, habrían producido déficits de precipitación notables y duraderos sobre la Isla de Pascua.
Además, estas sequías se relacionan bien con la reducción de bosques en las cuencas volcánicas, pues en Rano Aroi el momento del déficit de agua es notablemente coherente con la reducción de palmas, la expansión de pastos, un aumento de carbón (fuegos) y concentraciones de Al/Fe que comienzan alrededor de 1550. El momento también es consistente con la tala de bosques y el aumento de las concentraciones de carbón reportados en el Rano Kao, así como con los cambios en el uso del combustible para cocinar en los hornos tradicionales, desde la quema de leña hasta la quema de hierba sobre toda la isla.
“Entonces, es razonable suponer que el déficit prolongado de precipitaciones relacionado con La Niña podría haber desempeñado un papel en la tala de bosques de esta isla en ese momento, además de otros factores de estrés. No obstante, no podemos ignorar que el desmonte no fue homogéneo en el espacio y el tiempo sobre la isla, en parte porque estuvo inequívocamente modulado por las actividades humanas. Además de la reducción del suministro de agua y los impactos humanos, la fertilidad deficiente del suelo, las interacciones entre especies, la topografía contrastada, los incendios posiblemente incontrolados, el aumento de la velocidad del viento y las combinaciones de todos estos factores podrían haber aumentado la gravedad de las sequías y posteriormente exacerbado la pérdida de bosques”, concluye la publicación.
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